El carnaval, un festejo lleno de colores que celebra nuestras raíces y la cultura popular.
Un festejo lleno de colores, música, danza y alegría que celebra nuestras raíces y la cultura popular. ¿Sabías que durante las dictaduras militares en Argentina estos feriados fueron eliminados? Sin embargo, un mes antes del último golpe de Estado la Policía de Córdoba tomó la precaución de que “los festejos debían evitar que se atentara contra las buenas costumbres”. Los dos puntos de la reglamentación eran breves y no dejaban lugar a dudas: Se prohíbe el uso de disfraces que atenten contra la moral y la decencia públicas: uniformes militares, policiales, vestiduras sacerdotales y los que ridiculicen a las autoridades del Estado u otras naciones. Luego la última dictadura cívico-militar en 1976 se ocupó tempranamente de eliminar a los lunes y martes de carnaval como feriados.
En democracia los recuperamos como un espacio de resistencia y libertad. En 1986, tres años después del regreso de la Democracia, el carnaval volvió a ocupar las calles y los barrios congregando a las murgas que resistieron la prohibición de los festejos de carnaval en el año 1976 por la dictadura cívico-militar.
El Carnaval es más que una fiesta: es historia viva. En Buenos Aires, el Carnaval fue un espacio de protesta frente a gobiernos opresores y ajustadores del pueblo. Es una expresión de resistencia y alegría colectiva.
Durante las dictaduras, estos feriados fueron suprimidos, pero en democracia renacieron como un símbolo de libertad, lucha, resistencia y expresión popular. Ciudades como Escobar tuvieron prohibido el carnaval inclusive hasta el año 2011, lo cual marca la molestia que genera hasta el día de hoy a muchos gobiernos.
Durante la celebración del Bicentenario de la Argentina en el año 2010 y bajo el gobierno de la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se restituyeron oficialmente el lunes y martes como feriados de carnaval.
El carnaval puede ser visto como una expresión cultural que a menudo se cruza con la política y la democracia, sirviendo como un espacio para la crítica social, la celebración y la reflexión sobre la situación política. En algunos contextos, el carnaval se ha utilizado como un vehículo para la resistencia y la protesta, permitiendo a la gente expresar sus opiniones y preocupaciones de manera creativa y colectiva.
