Los derechos humanos en la historia moderna tienen una larga trayectoria. Al igual que con las nuevas tecnologías, las ciencias sociales dividen a los derechos humanos por generaciones. Tenemos derechos humanos de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación. Repasemos un poco este recorrido histórico para encuadrar el surgimiento de la ESI (Educación Sexual Integral) en Argentina.
Más ESI, menos pornografía.
Los derechos de primera generación son aquellos que surgieron con las revoluciones liberales de los siglos XVIII y XIX, y se centran en las libertades individuales y civiles. Incluyen derechos como la libertad de expresión, la igualdad ante la ley y el derecho a la vida así como también los derechos políticos de elegir a las autoridades y poder ser elegidos. El contexto histórico de su surgimiento es el enfrentamiento con las monarquías absolutas y la búsqueda de la igualdad de los ciudadanos frente a los privilegios de la nobleza feudal. Estos derechos permitieron el desarrollo económico de la Revolución Industrial permitiendo que los nuevos ciudadanos libres vendieran su fuerza de trabajo insertándose en el nuevo modelo productivo.
A fines del siglo XIX la explotación laboral en las nuevas fábricas generaron resistencias y luchas llevadas a cabo por este nuevo sujeto histórico: el obrero industrial. La lucha por la jornada laboral de 8 horas y mejoras en las condiciones de trabajo propulsaron el surgimiento de una nueva generación de derechos humanos: los derechos de segunda generación.
Esta nueva generación de derechos no se enfoca en el individuo sino que parte de la lucha colectiva y el sujeto histórico detrás, ya no es es el individuo aislado, el ciudadano, sino que es el colectivo trabajador. Ejemplos de estos derechos son el derecho a la educación, al trabajo, a la salud, a la vivienda digna, al esparcimiento y tantos otros que surgieron en el siglo XX. En nuestro país el principal impulsor de estos derechos fue el peronismo y su punto culminante fue la sanción de la Constitución de 1949 donde se incorporaron estas conquistas al texto constitucional. La lucha ya no fue por los derechos individuales sino por la reivindicación colectiva.
A mediados del siglo pasado surgen los derechos de tercera generación, también conocidos como derechos de solidaridad y se enfocan en temas globales y colectivos, como el derecho al medio ambiente, la paz y el desarrollo. El enfoque de estos derechos pasa del colectivo trabajador al ámbito global. Ya no se busca proteger a un colectivo, los trabajadores, sino al planeta en tanto hogar de toda la humanidad.
A fines del siglo XX surgen los llamados derechos de cuarta generación que se centran en la problemática del mundo digital. ¿Cómo podemos trasladar los derechos de primera, segunda y tercera generación al nuevo mundo de la virtualidad? ¿Cómo hace el repartidor de Pedidos Ya para ejercer sus derechos laborales si ni siquiera sabe quién es su “explotador”? Estos derechos son los que estamos construyendo en nuestro tiempo.
Ahora bien, ¿cómo podemos encuadrar el surgimiento de la ESI en esta trayectoria de generación de derechos?
La necesidad de una educación sexual formal en Argentina tiene sus raíces en las luchas de organizaciones sociales, feministas y de derechos humanos desde finales del siglo XX. Durante décadas, la educación sexual en las escuelas fue un tema tabú o se abordó de manera fragmentada, biologicista y sin una perspectiva integral. Sin embargo, con los cambios sociales y la creciente conciencia sobre los derechos sexuales y reproductivos, se hizo evidente la necesidad de una ley que garantizara el acceso a una educación sexual integral en todo el país.
El hito más importante en la historia de la ESI en Argentina fue la sanción de la Ley 26.150 en octubre de 2006. Esta ley establece que todos los estudiantes tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada, en todos los niveles (inicial, primario y secundario). La ley también creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, dependiente del hoy extinto Ministerio de Educación subordinado a una simple secretaría. Su objetivo era implementar y monitorear la aplicación de la ESI en todo el país.
No es casual que el sujeto político que encarnó la implementación de los derechos sociales (derechos de segunda generación) en Argentina, el peronismo, haya sido también el movimiento político que implementó la ley y la puesta en práctica de la Educación Sexual Integral en Argentina.
Aunque la ley fue un avance fundamental, su implementación no estuvo exenta de desafíos. Algunos de los obstáculos incluyeron resistencias culturales y religiosas. Hay sectores conservadores y grupos religiosos que se opusieron a la ESI, argumentando que interfería con los valores familiares o que promovía una “ideología de género”. Otro aspecto a analizar fue la desigualdad de aplicación, la implementación de la ESI fue irregular en distintas provincias, dependiendo de las políticas locales y los recursos disponibles.
A pesar de estos desafíos, la ESI logró consolidarse como una herramienta fundamental para la promoción de derechos y la prevención de problemáticas como el embarazo adolescente, las enfermedades de transmisión sexual (ETS), la detección del abuso infantil y la violencia de género. La ESI ha tenido un impacto significativo en la sociedad argentina. Ha contribuido a reducir los índices de embarazo adolescente, ha fomentado una mayor conciencia sobre la igualdad de género y la diversidad sexual y ha ayudado a identificar y prevenir situaciones de abuso y violencia en el ámbito escolar y familiar.
¿Cómo podemos trasladar los derechos de primera, segunda y tercera generación al nuevo mundo de la virtualidad? ¿Cómo hace el repartidor de Pedidos Ya para ejercer sus derechos laborales si ni siquiera sabe quién es su “explotador”?
¿Con qué generación de derechos podemos asociar a los derechos planteados en la Ley de Educación Sexual Integral de 2006?
Si bien la ESI no es un derecho de primera generación en sí misma, está relacionada con ellos porque promueve la libertad de información, garantiza que las personas tengan acceso a información veraz y científica sobre su sexualidad, protege el derecho a la igualdad buscando erradicar la discriminación por género, orientación sexual o identidad de género.
La ESI encaja perfectamente en los lineamientos de los derechos de segunda generación porque es básicamente un derecho educativo, la ESI forma parte del derecho a la educación, reconocido en tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966). La ESI también promueve la salud pública al abordar temas como la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el embarazo adolescente, contribuyendo al derecho a la salud. Es también un derecho social porque busca garantizar el bienestar de las personas y la igualdad de oportunidades.
Podemos afirmar entonces que la ESI es centralmente un derecho de segunda generación, emparentado con los derechos sociales clásicos como el derecho a la Educación y el derecho a la Salud.
A partir de este análisis con perspectiva histórica podemos comprender el ataque del gobierno de Milei a la Educación Sexual Integral. El gobierno actual busca desarticular todos los avances sociales que generó en la Argentina el primer peronismo. Son los derechos sociales el foco de su constante ataque. Su ideario político busca llevar a la Argentina al siglo XIX donde los derechos sociales no estaban consolidados y los beneficios de nuestras riquezas eran aprovechados sólo por una elite oligárquica privilegiada.
La defensa de la Educación Sexual Integral no sólo constituye una lucha dentro del ámbito educativo, sino que se enmarca en la protección de los derechos sociales conquistados por el peronismo, los cuales han sido fundamentales para que nuestro país se distinga por su desarrollo social dentro del contexto latinoamericano.
