Mientras las clases altas festejan, el salario real se desploma: los alimentos y la ropa en dólares son más caros que en la región, y el poder adquisitivo se hunde.
El tipo de cambio apreciado que defiende el gobierno de Javier Milei como parte de su ajuste estructural no solo no derrumbó los precios, como prometió el libertario, sino que profundizó una brecha de consumo insostenible: los alimentos, la indumentaria y los bienes durables son más caros en Argentina que en Brasil, México y Chile, mientras que los salarios, aunque nominalmente más altos en dólares por el atraso cambiario, permiten comprar menos.
Según un estudio del Ieral de la Fundación Mediterránea publicado en el diario cordobés del grupo Clarin La Voz del Interior, el peso está hoy un 30% más depreciado que su promedio histórico, lo que genera un dólar artificialmente barato que beneficia a sectores de altos ingresos —con capacidad de gastar en viajes al exterior o compras por internet— pero castiga a las mayorías, que deben destinar cada vez más dinero a bienes básicos.
La ilusión del salario “alto” en dólares
El gobierno celebra que, en términos nominales, los sueldos medidos en dólares parecen haber aumentado. Pero esa mejora es un espejismo: los precios de los productos de consumo masivo escalaron más que la paridad cambiaria, lo que significa que, en la práctica, los trabajadores pueden adquirir menos alimentos, menos ropa y menos electrónicos que antes.
El informe de la fundación mediterránea revela que Argentina es más cara que sus principales socios regionales en el 91% de los bienes durables y la indumentaria, y en casi la mitad de los alimentos. Un jean, unas zapatillas o una freidora cuestan más aquí que en casi cualquier otro país relevado, incluyendo naciones con economías más desarrolladas.
La fiesta de las clases altas y medias altas, la pesadilla del resto
Mientras las clases medias y bajas enfrentan una caída del salario real, los sectores más acomodados —cuyo consumo está dolarizado y se beneficia del tipo de cambio bajo— viven un boom de acceso a bienes importados, turismo en el exterior y servicios premium. La apreciación cambiaria funciona como un subsidio encubierto para quienes ya tenían capacidad de ahorro en divisas, pero actúa como un impuesto regresivo para el resto. Quienes dependen del salario en pesos pierden, porque los precios de lo esencial suben más que sus ingresos. Pero los que tienen activos en dólares o ingresos dolarizados ganan, porque el Estado les garantiza una moneda barata para sus consumos lujosos quitándole impuestos a los autos de lujo y facilitando el acceso a bienes importados.
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La apreciación cambiaria funciona como un subsidio encubierto para quienes ya tenían capacidad de ahorro en divisas, pero actúa como un impuesto regresivo para el resto.
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El mito de la “libertad” que encarece la vida: precios europeos con salarios latinoamericanos.
El discurso oficial insiste en que la apertura importadora y la libre competencia terminarán abaratando los productos. Pero los datos muestran lo contrario:los precios de los alimentos son altísimos en dólares y si bien los salarios aumentaron nominalmente en dolares, su capacidad de compra se vio reducida, son salarios latinoamericanos con precios de productos de consumo masivo con valores europeos. El gobierno bajó el dólar y logró mantenerlo con la inyección de dólares frescos de los fondos del FMI. También pisó las paritarias salariales para contener la inflación no avalando cualquier acuerdo salarial que sobrepase el 1% de aumento mensual. Este neoliberalismo radical utiliza el poder estatal para mantener a raya dos precios claves de la economía argentina: dólares y salarios. De esta manera se genera una ficción de dólar barato alimentada a préstamos internacionales y pseudo blanqueos que convocan a gastar los ahorros en dólares de las clases medias. La pregunta clave aquí es: ¿es esto sostenible en el tiempo o solo sirve para llegar con inflación contenida a los comicios de medio término?.
Otro interrogante a plantear es el costo que generará la alineación automática con el gobierno estadounidense de Donald Trump, factor clave en la llegada de los préstamos en dolares. ¿Qué pedirá a cambio del apoyo económico el gran país del Norte?. Seguramente la respuesta haya que buscarla por el lado de los vastos recursos naturales que posee nuestro país. No sería raro relacionar las políticas en torno a Tierra del Fuego (incluyendo la salida del modelo de promoción industrial que generaba la ocupación de ese territorio inhóspito) con este alineamiento en la política internacional.
Mientras el oficialismo celebra la fiesta del dólar barato y discute el precio de las empanadas con Ricardo Darín la pregunta que queda flotando es: ¿a costa de quién? La respuesta, para millones de argentinos, duele en el bolsillo.
